lunes, 21 de mayo de 2007

La primera taza

Cuando comienza la mañana y estoy por iniciar mis labores, lo que más se me antoja es una taza de café. Una taza de café negro, con azúcar mascabado, lo más caliente posible y acabado de hacer. La primera taza del thermo, por supuesto, es la que más me gusta.

Seamos honestos! Casi todo el día podría tomar café, hasta por la noche, antes de dormir, y de hecho fue mi costumbre mucho tiempo.

Trabajo en un café, ¿a alguien le toma de extraño? y mi puesto favorito aquí es detrás de la barra, exactamente en dirección a la puerta. Como está en una calle concurrida, todo el día veo pasar cientos de personas, de todos los sabores y colores. Algunos son conocidos meramente por el hecho de verlos día con día.

Está la chava de la mini que se detiene en la puerta para checar qué tal se ve. Los niños que pegan su cara al vidrio y hacen sombra con sus manitas, y al marcharse dejan la impresión de su cara en el cristal. Los amigos que saludan al pasar, aunque no se vea para adentro, porque saben que estoy aquí. El tipo malencarado del restaurant de mariscos que se asoma a puertas y ventanas con gesto de pocos amigos... en fin.

Y usualmente, veo el mundo por la pequeña pantalla de la puerta de cristal del café. La primera taza de café es como mi gasolina. A veces, no he terminado de acomodar mis cosas de la barra cuando ya la terminé. Cuando hay mucho movimiento, llega la taza hasta el mediodía.

Tengo un mes y medio de embarazo, así que por ahora y hasta dentro de un año, el café negro es descafeinado y no de todos los días. ¡Cómo lo extraño! Salud!

0 comentarios: